martes, 9 de julio de 2013

Amor

Te escribo para no llorarte. Te amo para no tenerte. Te siento para no olvidarte. Te imagino para sonreír. Te contemplo para sentír paz. Pero importa si es verdad, el resultado es solo anecdota sin valor, con mi amor como verdad, con el dolor como motor para cambiar mi realidad, para lograr felicidad, observandote bailar, en miradas que al pasar certifican mi pasión, alimentado por el amor que superó lo material, lo finito, lo mental, eso que prefiere consumirse en vanidosos hechos fabricados por el ego.
Mi amor te acompañará, mientras crea que es genuino, y lo creo en verdad porque hace que mi pecho se alborote, que mi aire se contenga, se comprima llenandome el alma de amor, y explotar en un desinteresado sentimiento de dar, ese que en realidad se manifiesta porque sí, porque brota y se expone sin miedos fomentados por el pensamiento. Por tu felicidad que retroalimenta este sentir, inagotable, incalculable, indestructible. Hoy mi corazón dejó sentir. Ya no existen las cadenas que abrazaban los cerrojos, ahora existe el vuelo propio del alma que transforma el dolor en esperanza, en ilusión, en corazón.
Te escribo para no llorarte. Te amo para no tenerte. Te siento para no olvidarte. Te imagino para sonreír. Te contemplo para sentír paz. Amor eterno, trascendente, infinito, incondicional.

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